Desde simblia
Eran otros tiempos
El problema para el PSOE-A, que presume de ser un partido que tiene casi siglo y medio, es que el sanchismo pasará
La Junta rechaza crear una Policía autonómica y asegura que la propuesta del PSOE es «muy peligrosa»

El tiempo, que transcurre de forma inexorable, trae cambios que, en ocasiones, son verdaderamente desconcertantes. La nueva portavoz socialista, María Márquez, increpaba al presidente de la Junta de Andalucía por no lanzarse a crear una policía autonómica. Decía textualmente. «En la ... policía autonómica y en el desarrollo de nuestras competencias, el Partido Socialista, con independencia de lo que hayamos hecho antes, cuando gobernábamos, nos hemos encontrado realmente con que no hay voluntad por parte del gobierno de la Junta de Andalucía». La descarada alusión a «con independencia de lo que hayamos hecho antes, cuando gobernábamos»-ese recuerdo contenía un fondo de sinceridad que siempre es de agradecer- era una alusión a las reiteradas negativas, durante más de tres décadas, que practicó el PSOE-A a hacer lo que ahora piden que hagan otros. Sin embargo, lo grave del asunto no está en que lo hagan porque les parezca conveniente dotar a Andalucía de unas fuerzas de seguridad propias, como la ertzaina o los mozos de escuadra -que, dicho sea de paso, no son fuerzas de seguridad del Estado como ha dicho Sánchez, mintiendo una vez más-, sino porque buscan blanquear lo que el sanchismo acaba de otorgar a Junts: la gestión del control de la frontera española que pasa por Cataluña y gestionar la emigración. Respecto a esta última cuestión el gobierno dice una cosa y los independentistas catalanes otra. Para Rull o Nogueras será imprescindible para los inmigrantes hablar catalán, so pena de expulsión, en una manifestación de la xenofobia que los caracteriza. El gobierno dice que no. Las mentiras del sanchismo hablan mal de la confianza que podemos tener en el gobierno.
Cuando los socialistas andaluces negaban la posibilidad de que Andalucía tuviera una policía autonómica era otro tiempo en que gobernaban ellos y, además, no necesitaban blanquear las vergonzosas cesiones de Sánchez para contar con los votos de Puigdemont. Un fugado de la justicia con quien no tiene empacho en llegar a acuerdos porque sus siete diputados son imprescindibles para mantenerse en la Moncloa. Sin esa circunstancia, Puigdemont sería hoy un fantasma perdido en Bélgica y no quien marca importantes aspectos de la política española.
Los socialistas andaluces, que ahora tienen al frente de su secretaría general a la mayor animadora del sanchismo, se ven en la tesitura de tener que blanquear unas decisiones, claramente perjudiciales para los intereses de Andalucía, y necesitan buscar argumentos y fórmulas. Pero ponen al descubierto sus vergüenzas políticas porque, si bien el paso del tiempo trae cambios, la hemeroteca o los detalles de sinceridad de quienes tienen encomendada esa difícil tarea, los dejan en pañales. El problema para el PSOE-A, que presume de ser un partido que tiene cas i siglo y medio, es que el sanchismo pasará y, entonces, ¿en que habrá quedado cuando hoy sólo buscan blanquear a Sánchez incluso contra sus propios principios?
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